La comedia de Charleroi evoca la primera experiencia de Drieu como soldado durante la batalla de Charleroi, al principio de la Primera Guerra Mundial. Cinco años después acompañará, en calidad de secretario, a Madame Pragen, viuda burguesa que busca la tumba de su hijo, caído en combate. Obra magistral publicada en 1934, fue merecedora de Le Prix Renaissance de la crítica. Una denuncia apasionada del cúmulo de vanidades y oportunismos que justifican la guerra moderna, convertida en pura máquina de matar.

¡Ah!, aquel principio de la guerra no fue gran cosa. La guerra moderna se tomó su tiempo y precauciones para acostumbrarnos, domesticarnos. Había comenzado modestamente, sin golpear demasiado fuerte, sin grandes complicaciones. Para entrar en el juego no había más que un juguete delicado y bastante limpio, la ametralladora. De tres mil hombres de nuestro regimiento, solo quinientos cayeron ese día. Y, sin embargo, estábamos ya asustados; nosotros que ignorábamos todavía las minas y las granadas, los bombardeos y el gas, la traición de la retaguardia.