Mirbeau tuvo la desdicha de contraer matrimonio con Alice Regnault, y de esa fatal convivencia, del engaño y la necesidad de revancha surge Carta a un abogado. Su propia experiencia fue en cierto modo paralela a la de Balzac, de este paralelismo y su admiración personal por el autor surge La muerte de Balzac, que deja adivinar más allá del análisis, que la experiencia compartida de la desilusión amorosa, la imposible armonía en convivencia, se convierten en móvil idóneo para cualquier clase de traición.

–¡A mí me horrorizan los pobres!… ¡los pobres son unos zafios!… No concibo cómo nadie puede ocuparse de ellos. Pero usted es socialista… ¿Para qué tratar de
hacerle comprender cuánto de ilusorio y estúpido hay en lo que se ha convenido en llamar «la caridad»?… Ciertamente, si yo me topase con una verdadera desgracia,
sería la primera en paliarla… Pero no quiero ser víctima de un sentimentalismo ridículo que le lleva a encontrar interesantes y dignos de piedad a todos esos espantosos borrachos, todos esos desagradables prostituidos que son los pobres… Pienso que la sociedad es perfecta tal cual es: las gentes honestas a un lado, es decir, nosotros; los criminales al otro… es decir, los pobres… Y toda vuestra poesía no cambiará nada…